En los tres primeros años de vida el niño-a tiene mucho para aprender y la familia y la escuela (si asiste a una escuela infantil) debe guiar a los niños y niñas en este camino. Este camino puede ser accidentado y tal vez obligue a dar marcha atrás, a dar vueltas: la dirección y el ritmo de la progresión serán determinados por el objetivo fundamental: no importa de qué manera la criatura lo haga, la comida debe representar para él/ella una fuente de alegría.
Las comidas son un momento de encuentro y pausa para alimentarse, en el que se satisfacen necesidades básicas a fin de que el niño crezca sano y disponga de un espacio para la convivencia y relación con el adulto y/o con otros niños, permitiendo su participación activa y la expresión de su autonomía. Es un acontecimiento agradable e importante en un ambiente tranquilo y sin ruido donde no hay prisa y el adulto se muestra disponible. Según las competencias del niño pueden ir colaborando en la preparación y ejecución del momento.
En la escuela infantil nos planteamos los siguientes objetivos para este momento:
- Aprender a comer, guiado-a por su apetito, satisfaciendo sus necesidades de alimentarse.
- Probar nuevos sabores, texturas y colores.
- Utilizar los utensilios: vaso para beber, cuchara, tenedor.
- Prestar atención a no ensuciarse.
- Mantenerse sentado durante la comida.
- Aprender a masticar.
- No molestar al compañero de al lado (2- 3 años).
- Disfrutar de un momento agradable.
- El adulto tiene un papel importante decidiendo: el tipo de comida, cuando se introducen alimentos nuevos, en qué momento del día…
- El bebé depende del adulto pero también es competente para decidir: que tiene sed, hambre, etc.
- Nunca forzar: una cucharada más, un poquito más…es la base de confianza que establece con el adulto. Cuando queremos que los niños coman más de lo que piden, su apetito no crece, el origen de “comer mal”, está en lo que hacen los adultos cuando intentan persuadir al niño para que coma, los alimentos que se ingieren sin hambre no son bien asimilados por el organismo.
- El adulto se ocupa de una alimentación sana pero teniendo en cuenta los gustos de la criatura, servir a cada niño-a de manera, respetando su particularidad.
- Cuidados realmente atentos, cada cambio de alimentación se introduce muy despacio y de manera progresiva, un solo cambio a la vez: sabores, cuchara… para que el niño pueda asimilar lo que está pasando.
- Comodidad del adulto y de la criatura. Dar regularidad, seguridad y confianza para que la comida se desarrolle con libertad y felicidad siendo un placer para todos.
- Autonomía en el momento de la comida: la autonomía comienza cuando el niño-a puede participar poco a poco en sus cosas de la vida cotidiana (reconocer que tiene sed y poder coger el vaso para beber) y ser capaz de actuar a partir de su propia iniciativa. Respetaremos sus adquisiciones nuevas sin forzarle a ser autónomo ni obligarlo a pedir ayuda, introduciendo los elementos que sean de su competencia.
- Ambiente relajado y de calma.
- Explicar y hablar de lo que está pasando, poner palabras a las acciones.
- Poner el servicio completo en la mesa: bol-cuchara, vaso de beber y pan. Los elementos del servicio serán preferiblemente de cristal transparente, ya que facilitan, entre otros, la interiorización del proceso de lleno-vacío y los cubiertos de metal a medida de la boca del comensal por las sensaciones que despiertan en torno a ella.
- Mostrar la comida que vamos a comer con el cucharón.
- Las familias deben informar de los gustos y preferencias de sus hijos/as y durante el tiempo de acogida les pueden dar de comer para ver como lo hacen.
- Todo lo que hagamos a un niño o niña que pueda hacer por él mismo/a, no tan solo no le ayuda, sino que le perjudica porque evita su aprendizaje.
- En brazos cuando le damos el biberón
- En regazo
- Individual en mesa y silla
- En pareja
- En pequeño grupo
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